Queremos compartir con vosotros la valoración que nos ha llegado de parte de Marta, alumna del CSU «Educación Activa y acompañamiento respetuoso a la infancia» impartido por La Violeta, en colaboración con la Universidad Rey Juan Carlos, tras realizar su periodo de prácticas de observación con nosotros.

Ha sido un placer contar contigo en nuestra escuela y para lo que necesitas las puertas de Myland siempre estarán abiertas.

Mi tema de observación eran los conflictos y límites, antes de mi visita a
Myland siento que vivía este tema con cierta ansiedad y confusión…necesitaba que me
aleccionasen sobre cuáles son los límites “buenos o correctos” y me diesen la receta
mágica para evitar los conflictos…
He podido comprender que el origen de los conflictos es básicamente
emocional, y “los hechos” la excusa buscada por los niños para descargar las
emociones que los embargan.
Así que siento que todo se reduce a observar, escuchar y permitir la expresión
de la emoción, muchas veces escondida, y acompañarla.
Como norma general, en Myland no se interviene en los conflictos entre los
niños hasta que ellos mismos requieren al adulto, o se produce algún comportamiento
que quiebra la premisa del respeto mutuo.
La intervención del adulto siempre se produce escuchando a todas las partes
implicadas y acompañando emocionalmente al niño o niños que lo necesitan.
Por otro lado y respecto a la imposición de límites la clave está en ofrecer
posibilidades que faciliten el respeto mutuo de manera constante e intentando no
utilizar demasiado la palabra no.
Las generalizaciones en cuanto a conductas o comportamientos adecuados
siempre son referidos al contexto de la escuela: aquí en Myland nos respetamos, nos
escuchamos, nos pedimos las cosas por favor…etc.
Al final los límites son muy claros y es difícil que se rompan puesto que todos
intervienen en su mantenimiento.
De hecho han sido los niños los que me han instruido en las normas y límites de
Myland.”
Gracias…
A Cynthia por su maravilloso proyecto, y a Almudena, Alejandro y Rubén por su
cariñosa acogida y sus sabios consejos.
Y a los niños de Myland por la libertad que he podido experimentar junto a ellos y su
compartir conmigo. Los llevo en mi corazón.

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