Hoy os traemos una interesante entrevista realizada a Mercedes Bandrés. Mercedes es psicóloga y acompaña a familias, especialmente en aquellos casos en que los niños y las niñas lo están pasando mal por algún motivo. También es madre de dos hijos y lleva más de 15 años atendiendo en la consulta privada, así como en diversos programas de intervención psicoterapéutica destinados a restaurar los efectos del maltrato a la infancia y adolescencia.
MY: ¿Crees que todo esto que está sucediendo marcará la vida de una generación entera?
M: La situación que estamos viviendo es única en la historia, por lo tanto, creo que nos marcará tanto a las personas mayores como a las más pequeñas. Estamos viviendo momentos de cambios importantes dónde predominan el miedo y la incertidumbre, entre otras emociones. Miedo a las implicaciones de la situación actual, tanto a las más directamente relacionadas con la salud, como con las medidas que se están tomando. Incertidumbre al no saber qué pasará, en que cambiarán nuestras vidas, cómo continuarán nuestras relaciones familiares, de amistad, así como en el ámbito laboral, por supuesto. Sin querer juzgar o criticar las medidas que se están tomando, que no es mi papel, pienso que estas medidas afectan directamente a las relaciones entre las personas, a los vínculos y por tanto al apego. Es decir, entendemos que es peligroso tocarnos, besarnos incluso estar en la misma habitación. Madres están pariendo solas en paritorios, personas fallecidas cuyas familias no pueden acompañar en el duelo. Como ya digo no quiero hacer una crítica de las medidas que ha tomado el Gobierno, si pienso qué tras estas medidas tan exigentes y duras sería importante comenzar a atender a las emociones y a los vínculos una vez que todo se estabilice un poco. Entiendo que hay que ser prudente y tomarse esta situación en serio, pero creo que es importante evitar que nuestro motor sea el miedo, sobre todo, a la hora de estar con niños y niñas. Ellos y ellas pueden no entender qué significa exactamente “el coronavirus” (como le llaman) pero si perciben directamente el miedo qué podemos transmitirles las personas que estamos a su lado. Al final lo que nos marca son las emociones y son estas las que transforman nuestros recuerdos. En este sentido estoy segura que esta situación nos marca a todos y todas.
MY: ¿La capacidad de adaptación de los niños y niñas tiene un límite?
M: Creo que pasan dos cosas fundamentalmente; la capacidad de adaptación que tienen los niños y las niñas, que por lo que yo he podido conocer es ilimitada, y que la forma de expresar sus preocupaciones e inquietudes no es la misma que la que tenemos las personas adultas, que es más racional. He trabajado muchos años directamente con la infancia en contextos de desprotección y violencia, escuchando y abordando situaciones inimaginables y también llevo muchos años trabajando en contextos “más normalizados” y si algo tienen en común es que su preocupación fundamental es mantener el equilibrio del sistema familiar por encima de todo. Con esto me refiero a que, con esta misma premisa, la infancia, en general, tiene una gran capacidad de adaptación lo que probablemente termina derivando en un concepto muy conocido qué es la resiliencia. Por otro lado, muchas veces me doy cuenta esperamos que nos cuenten qué cosas le preocupan, porqué están tristes, de qué tienen miedo, … y desde ahí tendemos a racionalizar; “no te preocupes, ya pasara”, “ahí no hay ningún monstruo”, “no es para tanto, peor sería si…”, “seguro que mejora”, etc. El problema que yo veo es que esa no es la forma de expresión en la infancia, no es su lenguaje. Los niños y niñas hablan a través de los juegos, de los dibujos, del sueño, de la comida… Desde ahí surge la frase tan escuchada en estos tiempos, que a mí personalmente me genera un poco de preocupación, “están bien porque están con sus mamás y sus papás”. Esta afirmación es cierta, pero también es cierto que las mamás y los papás estamos en un momento con mucha inquietud, mucha tensión, mucha incertidumbre y muchas veces muy dispersos ante tantos cambios.
MY: ¿Qué podemos hacer las familias para ayudar a nuestros hijos e hijas en estos momentos y sobre todo en la vuelta a la normalidad?
M: Creo que lo más importante es no anticiparnos para poder ir atendiendo a sus necesidades según cada momento. Por ejemplo, muchas veces estamos en el parque jugando y les decimos: “ahora cuando lleguemos a casa, nos tenemos que duchar, ¿eh?”. No hay necesidad, le saca totalmente del momento en el que están, vamos a disfrutar del parque, de los juegos en el que estamos y ya llegará el momento de la ducha. Pues aunque parezca extraño, esta situación no la veo muy distinta, es decir, “la semana que viene ya podremos ver a los abuelos” o “dentro de un mes no podremos ir a la playa”. Antes que todo eso, creo que es importante que atiendas primero tu propia necesidad como persona adulta, le pongas nombre y después puedas mirar a tus hijos e hijas y ver por dónde andan sus necesidades. Creo que son momentos donde la compasión y la comprensión deben estar en el salón de casa todos los días. Puede que haya niños y niñas que vuelvan a hacerse pipí, puede que vuelvan a a saltarse normas que ya conocían, habrá días que tendrán muchas ganas de hacer actividades del cole y habrá otros que no. No digo que ofrezcamos un contexto de permisividad donde todo vale, sino donde podamos atender a la comprensión desde la compasión para podernos sentir seguridad y atención afectiva.
MY: ¿Qué crees que pueden hacer las escuelas en todo esto?
M: Creo que es momento de nuevo de replantearse las tareas del cole para casa. Pienso que en esta situación tan especial, no debemos pensar que los niños y las niñas tienen la misma autonomía con respecto a las tareas escolares que cuando iban al cole de lunes a viernes con normalidad. Por otra parte, en la mayoría de las casas las mamás y los papás, con los que hacen las tareas, no son profesionales docentes y tienen que atender al mismo tiempo tareas laborales, de casa, … y aunque ponen su mayor interés, no son las mismas condiciones que las que suelen tener en la escuela. En mi opinión es importante el contacto, obviamente online en esta situación, con sus profesores y profesoras de referencia. No solo para la explicación del contenido académico, sino para mantener ese vínculo que ya tenían establecido y, del mismo modo, en la medida de lo posible con el resto de compañeros y compañeras. Creo que a estas reuniones o clases online, no habría que enfrentarse con grandes expectativas sino simplemente con la idea de pasar estar en contacto y divertirse. En general, lo ideal sería que a partir del punto de interés de niños y niñas, formalicemos un aprendizaje que pueda abarcar distintas áreas curriculares y, sobre todo, para reforzar y mantener el contenido aprendido. Sin grandes exigencias ni presiones, ya habrá tiempo de retomar. Muchas veces, en este estado, tanto personas adultas como pequeñas estamos algo más dispersas, más apáticas o incluso, a veces, con menos motivación y, desde aquí, si metemos presión para el aprendizaje creo que el resultado no será el esperado.
MY:¿Cuál crees que serán las habilidades docentes más necesitadas cuando volvamos a las aulas?
M: Para mí una de las características más importantes qué vamos a necesitar todas las personas, pero en especial la infancia, es la humanidad. Es decir, desde la sensibilidad poder ofrecer un contexto de seguridad y confianza. Esto no significa decirles que no va a pasar nada o prometerles cosas que no sabemos si sucederán, sino recuperar el vínculo seguro que ya estaba establecido. Es a través de este vínculo donde le podemos ofrecer un aprendizaje real y duradero. Si no hay una relación afectiva segura entre la parte docente y el alumnado difícilmente vamos a poder transmitir un aprendizaje profundo qué les pueda aportar para su futuro tanto personal como profesional. Al final, ¿cuál es el recuerdo que tenemos de nuestros primeros años de escuela? La relación que establecimos con nuestros profesores y profesoras. Cuando niños y niñas puedan volver a sus aulas, habrá pasado mucho tiempo desde la última vez que la pisaron y teniéndola que dejar de forma imprevista y de un día para otro, mucho tiempo desde que no tienen contacto físico con el personal docente y mucho tiempo desde que no comparten el tiempo con un grupo de iguales tan amplio ya que difícilmente nos vamos a poder juntar antes de la fecha prevista de vuelta al cole. Entiendo que va a ser un gran reto para el profesorado y que ojalá no sé atienda sólo desde la norma o el límite, sino pudiendo ofrecer también una contención emocional y dedicando el espacio que merece a todo lo sucedido en este tiempo, ojalá podamos olvidarnos un poco de los objetivos académicos.
Agradecemos enormemente a mercedes que haya contestado a nuestras preguntas y esperamos que os hayan resultado tan útiles como a nosotros.